miércoles, 28 de octubre de 2009

Procesos de iniciación formal de los nuevos maestros, II

Entrevista, II. Natalio.

Profesor de Historia con destino definitivo y cinco años de permanencia en su Instituto. Ha desempeñado el cargo de vicedirector en otro centro y fue “liberado” sindical de la CGT, hace unos años, durante un curso. Sigue militando en la actividad sindical y, desde un grupo de orientación troskista, acude muchas mañanas a repartir unas hojillas informativas y a interesarse por los problemas laborales de los trabajadores del ayuntamiento de Sevilla. No vive en el pueblo donde trabaja, desplazándose diariamente desde su ciudad. En el ámbito organizativo ha participado en las actividades extraescolares y de animación cultural, además de su colaboración activa en las actividades y protestas sindicales desarrolladas en el Instituto.
Esta entrevista se realizó en la Biblioteca del Instituto, en dos sesiones y con grabadora, durante los días 18 y 19 de noviembre.


En esta entrevista vamos a hablar de la vida interna, el funcionamiento y vida organizativa de un centro de enseñanza (y, en especial, sobre las opiniones, actitudes y comportamientos del profesorado al respecto): sus formas de gobierno y administración, sus relaciones con las autoridades educativas y los agentes sociales que proyectan en esta institución distintos intereses y motivaciones; sus estrategias para la búsqueda del acuerdo y la gestión de los conflictos; sus distintos niveles y jerarquías, junto a la propuesta de una “comunidad educativa” en busca de la participación y la defensa de los valores democráticos.

- Quisiera que habláramos para empezar sobre dónde situarías al profesorado en el mundo laboral.Y sobre los grados o niveles de autonomía y control que existen en el trabajo docente.
Un trabajador asalariado. Yo creo que tiene una relativa, amplia autonomía. En el sentido de que dentro de sus clases se puede organizar con un mínimo de libertad, y, dependiendo de los centros, sin un control demasiado exhaustivo de la dirección. Respecto a las programaciones, si son acordadas y consensuadas, puedes desarrollar la parte que tú creas más importante. Un grado de colaboración debe existir, y si es acordada y no impuesta, que es algo que suele ocurrir, tú tienes un grado de autonomía.
¿Y respecto a la organización de las actividades y funcionamiento de la institución?
No, no tienes la misma autonomía. En el ámbito laboral está muy delimitado. El derecho a negociación colectiva está muy limitado, prácticamente no existe, es una cosa casi graciable por parte del gobierno; y en cuestiones salariales depende de lo que el gobierno imponga cada ejercicio. En los claustros, a veces, la participación del profesorado es posible si hay un ambiente propicio a la participación y la dirección lo organiza para que se permita la expresión, cosa que no ocurre siempre; no obstante, después no tiene casi utilidad. El claustro, en las decisiones importantes, no cuenta prácticamente nada o cuenta muy poco. La decisión sigue estando en manos de la Dirección que a su vez está muy sometida a las normas de la Inspección y a la Delegación.
¿Y en tus años de docencia cómo has visto la evolución de esta participacion del profesorado?
La evolución la veo hacia atrás, hacia una menor participación.
Respecto a la vocación, es una profesión que requiere cierto gusto por la enseñanza y por el trato con los alumnos.
Tiene sus privilegios y cargas. Privilegios en su horario flexible, y un control relativo de lo que haces en clase. Esto depende de los centnros, pero en general mi experiencia es que el control a la hora de llegar tarde o cualquier problema que tengas para acudir al centro es flexible; cuando en otros trabajos, el llegar tarde o faltar, el control es mucho más rígido y más fuerte. Y a nivel salarial, aunque perdemos poder adquisitivo desde hace años, digamos que relativamente es correcto si lo comparamos con lo que gana un trabajador medio en este país.
¿Qué papel juegan los sindicatos en la enseñanza pública?
Los sindicatos juegan muy poco papel si es defender los problemas cotidianos y reales que tiene el enseñante, se limita a tener un lugar en las mesas de negociación; es decir, ellos han desarrollado más el aspecto burocrático, el aspecto de representación en las instituciones, el ser una pata más de las instituciones, que el ser una defensa real de los trabajadores, de los enseñantes.
En un centro público, deberían denunciar y preocuparse por los problemas laborales que afectan más directamente al profesorado, como por ejemplo, la masificación de las aulas, falta de dotaciones, de material, edificios que son prácticamente tercermundistas, sin condiciones de seguridad ni de higiene, cosas de las que pasan absolutamente, ni lo mínimo, que es contemplar si un centro reúne las mínimas condiciones de seguridad e higiene; son cuestiones sobre las que no sólo no se preocupan, sino que se desentienden. Incluso respecto a las mínimas condiciones salariales, ellos no hacen hincapié suficiente para poder organizar a los trabajadores, para intentar recuperar el poder adquisitivo. Las negociaciones son muchas veces paripés entre sindicatos y administración.
En general hay una baja afiliación sindical. En un centro concreto lo que faltan son afiliados sindicales y sobre todo militantes sindicales que hagan un pequeño trabajo, que intenten en el centro tener una mínima preocupación por los problemas que ocurren y organizar a los compañeros; eso no existe. Lo que los sindicatos no están interesados en fomentar es eso, están más interesados en obtener delegados en las elecciones sindicales que en intentar contactar y organizar a compañeros que puedan hacer algo en el centro. Entonces, ese es el problema de base que hay.
- Diferencias entre la actividad sindical en la enseñanza y en otros centros de trabajo, sobre la presencia de los representantes sindicales.
Sin que la actividad sindical en otros centros de trabajo sea para tirar cohetes, porque hay una política sindical que no favorece ese trabajo de base, de trabajo democrático con los trabajadores, organizativo; aún así, existe una mínima base, pero en la enseñanza no existe.
- ¿Por qué?
Porque la política sindical no la promueve, con lo que se encuentra en un medio en el que gran parte del profesorado, más que asalariado cree que pertenece a otro tipo de estatus social; y parte del profesorado que podría hacer esa labor está desencantado y desilusionado desde hace mucho tiempo.
También porque las ilusiones que en un momento dado se pusieron en una mejora de la enseñanza, de las condiciones de trabajo, movilizándote se ha ido frustrando a lo largo de los años, tanto por la política del PSOE, como por la propia política sindical.
- ¿Qué relación crees que existe entre la procedencia social del profesorado y la forma de ver la enseñanza?
Hay una clara relación con el origen social; aunque más que el origen social de partida (que puede influir, porque hay una parte del profesorado que viene de las clases trabajadoras, y otra parte que proviene de las clases medias más o menos acomdodadas), sobre todo es la situación de estatus que se adquiere una vez que se entra en la enseñanza, en la que parece que se pertenece a una clase distinta: la clase media intelectual, con unos intereses distintos aparentemente a los que tiene el resto de la clase trabajadora. Y tanto el origen de partida, como el pretendido estatus que se cree tener, influyen en la actitud ante la enseñanza, en la relación con los alumnos, a la hora de enfrentarse al fracaso escolar.
- ¿Y cómo crees que afecta a la participación la variable del género?
Mayoritariamente, los cargos de representación son masculinos. La participación de la mujer se aproxima bastante a la del hombre, pero hay diferencias, sencillamente por cuestiones como que si la compañera está casada se encarga más de las taresa del hogar, que en principio limita para una mayor actividad en cuestiones organizativas o participativas. La casa, los niños, la comida son un hándicap que, aunque aparentemente parezca que la participación es la misma, no es así en la práctica.
- ¿Qué diferencias más importantes de estatus o jerárquicas se establecen entre el profesorado?
Depende de los centros, y no es una cosa homogénea, pero está claro que hay una discriminación respecto a los interinos, desde el momento, y eso es sistemático y general, en el que se les discrimina por su situación laboral, su precariedad, las situaciones en que son nombrados, etc., etc. Tienen siempre los peores horarios, las clases o grupos que no quieren los demás funcionarios. Eso, de partida, marca una clara discriminación laboral que viene por el tipo de relación laboral que mantiene la Administración. Eso, en primer lugar; luego, también en algún grupo de profesores, el reflejo de la política de división que se fomenta entre los trabajadores, con funcionarios que se consideran distintos de los interinos por haber aprobado unas oposiciones y justifican esa discriminación. Y últimamente, sobre todo a partir de la contrarreforma del propio PSOE a su reforma educativa y a la labor del partido Popular en su labor de gobierno, se tiende a establecer diferenciaciones como en la condición de catedrático, pues introduce privilegios que producen distinciones entre los compañeros. En una situación de desencanto, como la actual, las salidas individuales se usan mucho, y la propia normativa favorece esas salidas individuales a través de “pequeñitos privilegios” que van sembrando diferencias dentro del profesorado.
¿Qué piensas del actual debate sobre los ámbitos público y privado de la enseñanza, y de los programas y criterios de calidad en la docencia?
Tal como el gobierno del PP lo explicita y como aparece en la Ley de Calidad, esto favorece a la escuela privada y los hijos de las clases medias, con un contexto cultural que no tienen los alumnos de clases más humildes; y esto se puede ver ampliado con la barrera selectiva que introduce la nueva Ley de Calidad, aunque también está en la misma LOGSE, porque en general en la enseñanza, y eso fundamentalmente no ha cambiado, el tipo de enseñanza que se transmite es más adecuado a las familias de clases medias, que a las familias de trabajadores. La escuela cumple una función de dominación social clara, más o menos atenuada según las leyes pero que siempre permanece.
¿Qué tipos de competencias se han establecido entre ambos modelos? ¿Qué signos de identificación, valores o rituales se manejan como diferenciadores, o qué aproximaciones percibes?
Lo público, por sí mismo, no es garantía de que sea una enseñanza igualitaria. Me explico: la titularidad pública o privada de una escuela no garantiza, en el caso de la pública, que esa enseñanza sea pública en un sentido amplio, simplemente se queda en la titularidad, en la propiedad, digamos para entendernos de alguna forma; porque en la práctica educativa, en la pública se puede tener una gestión privada (igual que una empresa estatal en cualquier otro ámbito lo único que tiene de estatal es la titularidad porque el tipo de gestión es privada, capitalista, y la explotación del trabajador muchas veces no cambia ni es diferente a la empresa privada). Lo mismo podemos encontrarlos en el ámbito educativo.
¿Y qué opinas acerca de la escuela como medio de transmisión de valores democráticos y participativos? ¿Qué papel crees que juegan en este sentido las asignaturas transversales?
Los valores que se transmiten no son distintos a los que dominan en la sociedad. Hay una diferencia de lo que se pone en las programaciones respecto a las transversales y la práctica. Depende un poco de lo que cada profesor piense y quiera transmitir a los alumnos. De un modo más individual que colectivo.
Me alegro, además, que me hagas esta pregunta, porque en las transversales, su contenido e idea, refleja la ideología individualista, competitiva, del sistema. Se preocupa de cuestiones que digamos que pueden tener un consenso social, consideradas políticamente correctas, pero no va más allá. Por ejemplo, en el problema del género, se insiste mucho en que se trate el tema de la desigualdad, de la dominación de género, pero eso es algo común a toda la sociedad, desde los medios del gobierno a la prensa más conservadora, y entonces hay un consenso de que eso se puede denunciar y tratar, pero más allá no. Es decir, podemos ver la discriminación sexista, pero ya es más difícil que se haga hincapìé en la discriminación real y concreta que pueda sufrir una mujer trabajadora, porque eso ya parece que entra en otro ámbito. Más allá de lo políticamente correcto, la educación por la paz, por la convivencia, por la tolerancia, sólo reflejan valores burgueses, desde mi punto de vista; porque, por ejemplo, la educación por la paz, vale que hay que inculcar a los chavales los valores de la paz, pero a veces no se juzga de la misma manera, depende como tú lo transmitas, lo que puede ser la lucha, incluso violenta, de gente que está oprimida. Puede ser descalificada de la misma manera que la utilización violenta de los poderosos que tienen todo a su favor. O la tolerancia, por ejemplo, hay que educar por el respeto a las ideas de los demás, pero no todo vale. No puedes justificar el genocidio nazi en nombre de la tolerancia a las distintas ideas, porque eso da una visión de ralatividad a los chavales que implica que tu mente se amplíe no hacia la comprensión de los problemas y hacia una mente crítica, sino hacia una mente amorfa, incapaz de crítica. Para mí este es el gran fallo de las transversales.
- ¿Podrías hablarnos sobre las formas de control democrático del profesorado y sus relaciones con los demás miembors del Consejo Escolar?
Yo nunca me he creído lo de la participación democrática. Hombre, si lo comparamos con el franquismo, ha habido un avance. Pero en lo fundamental, no. Ocurre una cosa, por ejemplo, el presupuesto. El presupuesto ya te viene marcado, Tú puedes hacer una mejor o peor gestión de la pobreza de medios que tienes, pero punto. Eso es, en definitiva, crear un ambiente de desengaño o de pasotismo respecto a la participación en las instituciones que refleja la situación actual. Porque en realidad ya todo está marcado un poco.
¿Qué piensas acerca de la participación de padres y alumnos en la vida organizativa del centro?.
El profesorado no pide más participación, al menos esa es mi experiencia. En general, los padres deberían implicarse más en los problemas del entorno educativo (falta de medios, de profesorado...). A través de las asociaciones de padres o de otros medios, que se pueden aprovechar como cauces de expresión y participación.
Respecto a la participación de los alumnos, la izquierda ha abandonado el terreno ideológico, los valores de solidaridad, y ese mismo terreno lo ha cogido la ideología opuesta. Las condiciones actuales como el paro y la falta de perspectivas futuras inciden mucho sobre los chavales.
¿Y cómo se puede ajustar el currículum oficial a la crítica de las actuales condiciones sociales? ¿Cómo no hablar de lo que pasa actualmente?
El profesor no puede desentenderse de los problemas más inmediatos o más trascendentes o que acucian. No pueden o no deben desentenderse. No se puede estar dando la Revolución Francesa o el colonialismo y no entrar a explicar por qué mueren niños en Argentina, que es el país que exporta más alimentos del mundo. Porque no se trata de transmitir conocimientos. La educación es otra cosa. De nada te sirve conocer a los reyes godos cuando tu mente no está capacitiada para comprender el mundo, y el mundo está hecho de todos estos grandes conflictos e injusticias.
Es más importante formar la cabeza de los alumnos que la programación. Se puede pensar que se está transmitiendo ideología que, por otra parte, se transmite desde otros lugares, pero no son más que justificaciones para no comprometerse en los problemas sociales, creer que la escuela forma una campana separada del resto de la sociedad.
Y por último, ¿qué momentos conflictivos recuerdas haber vivido en el aspecto organizativo de tu trabajo?
No recuerdo graves conflictos entre el profesorado y los alumnos. Con la Administración recuerdo cuando en un centro cerramos tres días por la calefacción que en las aulas era con bombonas de butano, que además está prohibido. O en otro, donde protestamos por la falta de limpiadoras y por la huelga de interinos de aquel año, bastante fuerte, que unió mucho a los compañeros interinos y a algunos que no lo éramos. Y fue una experiencia muy agradable por lo que cuando se hacen las cosas juntos puede pasar, no solo en lo que es la lucha, sino en las propias relaciones personales que estableces con los compañeros, que son mucho más gratificantes que los comentarios a destiempo en la sala de profesores.
- ¿Y cuál fue la respuesta de la Administración en estos conflictos?
En el primero dieron largas pero creo que cuando me fui lo arreglaron, y en lo de los interinos se consiguió sólo en parte, en la readmisión de la gente echada una vez nombrada. En la limpieza, la Administración hizo oídos sordos, al igual que ocurre aquí. Pero lo importante es que la gente se organice y reclame. Porque en la lucha está la vida.

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