viernes, 20 de noviembre de 2009

La naturalización de la desigualdad a través de la docencia

Copio del blog de mi amigo Raúl Ruano una cita del sociólogo francés Pierre Bourdieu que creo que todos los docentes deberíamos leer con atención: "La institución escolar transforma las desigualdades sociales previas en desigualdades naturales. Si yo fuera ministro, la primera recomendación que haría a los profesores sería: no hacer jamás juicios de valor sobre sus alumnos; ustedes no tienen derecho de emplear la palabra 'idiota', ustedes no tienen derecho de emplear la palabra 'estúpido', ustedes no tienen derecho de escribir en el margen 'este razonamiento es imbécil', ustedes no tienen el derecho de decir 'nulo'... Dicho de otro modo, ustedes deben excluir todos los juicios de valor que afectan a la persona. Ustedes podrían decir 'esta tarea no está bien', esta solución es falsa, pero no pueden decir: 'eres nulo para matemáticas', 'tú no estás dotado para las matemáticas'. Los profesores de matemáticas deberían saber y comprender que tienen un poder diabólico de nominación, de constitución que se ejerce sobre la identidad misma de los adolescentes, sobre su imagen de sí y que pueden infligir traumatismos terribles, aún más porque sus veredictos son muy frecuentemente subrayados y reforzados por los padres desesperados y angustiados" (extracto de una entrevista realizada a Bourdieu en Tokio en octubre de 1989 y recogida en el libro "Capital cultural, escuela y espacio social", publicado en castellano por Siglo XXI). En "Entre los muros", una reciente película francesa queda reflejado con sinceridad y sin idealizaciones el conflicto en las aulas, aunque tenga un final algo desconcertante. .Por cierto, al final de este tráiler, una estudiante "confiesa" orgullosa al profesor haber leído "La República" de Platón, un libro, una temática, hacia la que su condición social no parecía destinarla; que, probablemente, casi nadie creería que pudiera interesarle.

sábado, 14 de noviembre de 2009

jueves, 12 de noviembre de 2009

El país del agua

"El país del agua" es una muy interesante novela del escritor inglés Graham Swift, protagonizada más tarde en el cine por Jeremy Irons, y en la que un profesor de Historia, enfrentado a una difícil situación personal y a un complejo pasado, decide abandonar el relato tradicional de los grandes acontecimientos y personajes de la Historia para compartir con su alumnado la historia de su familia, de sus pantanos, la geografía de su infancia. ¿Como vería esto su alumnado?, ¿las "batallitas" o el desahogo de un viejo profesor en crisis?, ¿la dificultad de reconstruir y comprender nuestra "pequeña historia" y entenderla situándola en los acontecimientos generales que la atraviesan?

sábado, 7 de noviembre de 2009

Pippi Calzaslargas y la campana de cristal


Cuando hablábamos en clase de las normas y convenciones morales o sociales, me acordé de un personaje literario y televisivo infantil que destacó en su época por su anticonvencionalismo e imaginación. Con treinta años de retraso respecto a la aparición en su país de origen, Suecia, las pantallas de TVE emitieron, en el último año del franquismo, las aventuras de Pippi Calzaslargas, que muchos recordaréis. Su emisión provocó las cartas de protesta de muchos padres, y la prensa y revistas de la época se hicieron eco de la polémica. Esta niña pelirroja fue creación de la escritora Astrid Lindgren (Premio Andersen de Literatura infantil). Pero ciertos sectores la consideraban un mal ejemplo para la infancia española, pues no acudía a la escuela y vivía sola (con su mono "Señor Nilsson", y su caballo "Pequeño tío") alejada de la tutela adulta. En una encuesta del diario ABC (23/2/1975), muchos maestros consideraban sus aventuras como antipedagógicas y antimodelos de urbanidad. Hasta la pobre Heidi era denunciada por vivir “alejada de la civilización (la escuela y la ciudad), en la libre naturaleza".
En esta época todavía regía la Ley de Prensa de 1966, la famosa Ley Fraga, que en su artículo 15 dedicaba atención al estatuto especial de la Literatura infantil y juvenil, al que atribuía un carácter independiente con respecto a las demás actividades editoriales. En el Decreto de 19 de enero de 1967, se establecían una serie de prohibiciones que afectaban a estas publicaciones: “Exaltación o apología de hechos o conductas inmorales; presentación escrita o gráfica de escenas o argumentos que supongan exaltación o justificación de comportamientos negativos, o defectos o vicios individuales o sociales, o en que se resalte el terror, la violencia, el sadismo, el erotismo, el suicidio, la eutanasia, el alcoholismo, la toxicomanía o demás taras sociales”, “narraciones fantásticas imbuidas de superstición científica que puedan conducir a sobrestimar el valor de la técnica frente a los valores espirituales”, “atentado a los valores que inspiran la tradición, la historia y la vida española”, etc. Con esta campana de cristal para la infancia, los editores dedicados a la edición de libros infantiles “llegaron a la conclusión de que la pretensión censora era apartar al niño o al joven de todo aquello que pudiera parecer inteligente” (Cisquella G. y otros, La represión cultural en el franquismo. Diez años de censura de libros durante la ley de Prensa (1966-1976). Anagrama, Barcelona, 2002, p. 125). Para estas publicaciones, la autorización administrativa sí pasaba por una censura previa (art. 22), y ésta era doble, la de la Comisión de Información y Publicaciones Infantiles y Juveniles (presidida por el padre Vázquez, sacerdote dominico), y la del organismo censor general.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Estudiantes frente al franquismo

En tiempos de crisis económica y de ofensiva conservadora contra la enseñanza pública no es mala idea refrescarnos la memoria y recuperar la historia de las luchas y protestas de los estudiantes en el Estado español (especialmente intensas durante algunos periodos de la dictadura franquista y durante la transición). En el siguiente enlace podéis ver un interesante documental sobre el movimiento estudiantil contra el franquismo, en el contexto de las revueltas universitarias del Mayo del 68, con un recuerdo para la muerte del estudiante madrileño Enrique Ruano. Tras el Estado de excepción que declaró el Gobierno a comienzos de 1969, la represión atacó duramente al movimiento estudiantil y lo radicalizó. En los años de la Transición, se pluraliza y fragmenta, tomando un fuerte protagonismo los estudiantes de enseñanzas medias enfrentados al Estatuto de Centros Escolares, que intentaba imponer el gobierno de UCD, en una entrega sin contrapartidas a los intereses de la escuela privada y el capital. La lucha estudiantil se radicalizó, haciéndose más masiva y participativa. En esas protestas mueren algunos estudiantes a manos de la policía o de los grupos de ultraderecha, lo que desmentirá la insistentemente difundida falacia de la transición pacífica a la democracia en el Estado español. Según A. Grimaldo (La sombra de Franco en la Transición, Oberón, Madrid, 2004), “a lo largo del verano de 1979 las intervenciones policiales para disolver manifestaciones incrementaron trágicamente la nómina de muertos y heridos de bala durante la Transición”. En 1980 la violencia ultraderechista alcanzó cotas de terrible virulencia en las calles, quedando muchas veces impune por la actuación de algunos jueces y policías. Se producen atentados contra librerías, asaltos a escuelas y facultades. Sólo en 1979, bajo esta violencia, son asesinados los estudiantes Gladis del Estal (durante una manifestación antinuclear)y Jose Luis Montañés Gil y Emilio Martínez Menéndez (en una manifestación contra la Ley de Autonomía Universitaria). En 1980 es asesinada la estudiante Yolanda González Martín... Y junto a ellos, otros muchos obreros y militantes de izquierda. Nuestro recuerdo para todos ellos.