sábado, 24 de octubre de 2009

Procesos de iniciación formal de los nuevos maestros. Entrevistas, I

Dentro del proyecto en torno al estudio de Los procesos de iniciación formal de los nuevos maestros en las modernas instituciones educativas, incluimos un extracto de una de las entrevistas que hemos realizado.

OLGA.
Profesora de Lengua y Literatura, residente en Madrid y con un niño de menos de un año de edad. Después de varios años de aprobar las oposiciones le comunican su incorporación inmediata para cubrir una sustitución (supuestamente de varios meses, aunque sin concretar) en un Instituto Público de Benicarló. Tras cumplir esta sustitución, y tras las dificultades de residencia y guardería que encontró para su hijo, solicita una excedencia por cuidados maternales. Meses más tarde, es llamada para una entrevista para cubrir una sustitución en un Instituto Privado cercano a su lugar de residencia (Madrid). Tras una breve entrevista con la Directora, se incorporó rápidamente en el mes de Noviembre a este Centro Bilingüe (Inglés-Español) de un pueblo de las proximidades de Madrid.
Su experiencia nos parece interesante por reflejar el carácter itinerante y precario de muchos profesores sustitutos interinos, por su contacto en un muy breve espacio de tiempo con dos modelos (público y privado) de instrucción y con un alumnado de muy diferente extracción social. También se resalta en ocasiones a lo largo de la entrevista la condición de género en su experiencia docente. La entrevista se realizó mediante una grabadora y en un contexto informal, en alguna ocasión interrumpido por las demandas de atención de su hijo pequeño. La desatención y ausencia de tiempo para los cuidados de su hijo aparecían con frecuencia como uno de los principales problemas y conflictos que le imponían ciertas exigencias de su condición laboral.

EL MODELO PÚBLICO.
Aunque la experiencia docente de Olga en la red pública ha sido más breve, señala como una diferencia importante la mucha menor presencia de rasgos distintivos y diferenciadores de todo tipo (arquitectónicos, ornamentales u organizativos) en su primer Instituto respecto al Centro Privado en el que trabaja en la actualidad. Si el Centro público estaba situado en un barrio de clase trabajadora, en un viejo edificio de carácter impersonal y con escasas señales identificadoras, el Centro privado está localizado en un edificio nuevo con claras señales y símbolos distintivos de la identidad y carácter del Centro, con amplios espacios para deportes y para la organización de actividades sociales (muchas de ellas especialmente orientadas a los padres). Además este Colegio posee un diseño panóptico en el que todos los espacios y pasillos parecen iguales, pero conducen al mismo sitio. Así, afirma Olga, existen tres caminos distintos para ir al comedor, dependiendo de los cursos.
La integración de Olga en el primer centro fue de carácter amable pero algo impersonal. Fue recibida por el Jefe de Estudios que le dio la bienvenida e insistió a continuación en la entrega de la credencial de la Delegación y la importancia de cumplimentar la hoja de posesión y el número de identificación. Posteriormente fue la Jefa de Departamento la que se encargó de enseñarle las instalaciones del Centro y el funcionamiento de las guardias y reuniones de Departamento. Un aspecto en el que insistió fue en el de firmar al entrar y salir de la jornada lectiva en la libreta de la Sala de Profesores. La importancia de “fichar” al entrar y salir se justificaba con la necesidad de facilitar la labor al profesorado de “guardia”. También se recalcaba el hacer bien las horas de “guardia”, especialmente en el patio (donde dos profesores vigilaban uno en cada extremo del patio para “evitar la entrada de droga”). A su vez se aconsejaba el darse un paseo por la cafetería para evitar que los alumnos fumaran (especialmente los más pequeños).
Durante su estancia en este Centro, las relaciones con los compañeros fueron amables con algunos o simplemente correctas con la mayoría. Los motivos de esta mayor o menor relación tenían muchas veces más que ver con la coincidencia en guardias, reuniones de departamento o en grupos de trabajo que con cuestiones de afinidad o simpatía personal. Los distintos horarios lectivos y las pocas reuniones o momentos informales de encuentro entre el profesorado (comidas o actividades extraescolares) condicionaban y dificultaban en ocasiones estos contactos. Sólo tuvo un pequeño enfrentamiento con el Jefe de Estudios que la responsabilizó en una ocasión, sin escucharla antes, de los daños en el material por parte de su grupo de alumnos (dando quizás por supuesto las dificultades de una profesora sustituta para “controlar” su clase).

EL MODELO PRIVADO.
En cambio, en su Centro privado actual, la integración del nuevo profesorado es intensiva y en ocasiones agobiante. La compañera a la que sustituye Olga fue despedida en noviembre por las quejas de alumnos y padres: por “no hacerse con los alumnos” y por “no cumplir el temario”. Algunos alumnos utilizaron una cierta actitud de orgullo (o de advertencia –señala Olga-) cuando le comentaban en las primeras clases que ellos habían expulsado a la profesora anterior. El Jefe de Estudios reconocía recientemente lo duro y difícil de la adaptación del profesorado durante los primeros meses: el aprendizaje de las numerosas rutinas y normas que hay que cumplir, la presión de los “clientes” (padres y en ocasiones alumnos) que exigen resultados por la gran cantidad de dinero que pagan cada mes, la “voluntariedad obligada” de participar en las actividades extraescolares que organiza el Centro, la en ocasiones interminable jornada escolar, etc. La permanencia del profesorado contratado (no cooperativista del Colegio) no suele ser por estas condiciones demasiado prolongada. Además, hasta el día antes de las vacaciones de verano no conocen la mayoría si continuarán el curso que viene o no. Olga señala también la discriminación de género que existe en el Colegio, especialmente por parte del Jefe de Estudios actual , que “parece vigilar más a las chicas” y resaltar el carácter menos duradero de su presencia en el Colegio o el mayor absentismo por causas maternales.
Los aspectos organizativos del Colegio se valoran quizás más que los docentes: las tutorías, por ejemplo, son muy importantes, “una de las tareas más importantes de nuestra labor profesional”. Los padre acuden con frecuencia a las tutorías, y los profesores deben atenderlos en muchas ocasiones fuera del horario establecido en su contrato, en los recreos, guardias u otras horas libres. En estas tutorías, concertadas con cita por los padres, el profesor debe preparar previamente un informe del alumno, consultando a los profesores de las distintas asignaturas sobre sus resultados académicos e integración. El Jefe de Estudios achacaba a la presión de los padres (y no a otros factores laborales y de condiciones de trabajo) el abandono del Colegio de algunos profesores. El profesorado no se siente en general apoyado por el Equipo Directivo frente a algunas exigencias de los padres. Un padre le comentaba a Olga en una tutoría que era obligación del profesor atender a las dificultades de su hijo, aunque fuera durante los recreos: “No voy encima a pagar una academia”. Se suelen hacer observaciones o comentarios por parte del Equipo Directivo en el sentido de cuidar especialmente el aspecto y el vestido del profesorado, especialmente en las reuniones con los padres. Algunos comentarios “inocentes” iban en esta dirección, como “Vas muy bien. ¿Tienes tutorías?” . En una ocasión, el Jefe de Estudios hizo volver a un joven profesor a su casa a cambiarse unos pantalones cortos que llevaba a una excursión. Olga comenta que estas observaciones son más frecuentes a los profesores varones que “son más descuidados”, y que incluso los alumnos comentan su vestuario o le indican en ocasiones cuando repite ropa algún día. Los padres suelen acudir a las tutorías vestidos de forma que resaltan su alta condición social o profesional. Como indica Olga, “vas sacando cosas, sin necesidad de que te las digan directamente”.
Se insiste mucho también a los nuevos profesores en la actualización y revisión de la Agenda Escolar. En ella se incluyen las normas del Colegio, las sanciones y faltas. Los padres deben leer periódicamente la agenta y firmarla. En ella se anota cualquier justificación de los padres. Se entrega también la programación general del Curso desde 1º de la ESO, que también deben firmar los padres. También a los profesores se suele entregar por escrito las notificaciones o normas en los claustros.
La integración del profesorado debe además hacerse visible en las fiestas del colegio, donde “confraternizar” con los padres de alumnos y cooperativistas. Existe, además, una jornada de puertas abiertas a la que los padres acuden en gran número. También como tutores deben asistir “voluntariamente” a charlas sobre distintos temas que organiza el Colegio como la anorexia o la bulimia, fuera de su horario lectivo, así como acompañar a sus grupos a excursiones o visitas a museos u obras de teatro durante la tarde-noche. “Tienes que ir” señala Olga, y no sólo acompañando a los alumnos, sino distribuyendo la merienda, y sin ninguna dieta o complemento, para volver a tu casa a las once de la noche.
Existe un auténtico entramado de normas que es difícil conocer y controlar hasta después de un tiempo, con lo que no se pueden evitar las sanciones o reprimendas del Equipo Directivo en los primeros meses. Hay que estar pendientes, por ejemplo, de que los niños vayan bien vestidos (“mantener la imagen del Colegio”), que el uniforme sea el reglamentario ( ni pantalones ajustados ni acampanados, o prendas no autorizadas), que no calcen zapatillas de deporte en el aula, etc. Para Olga, estar pendiente de todos estos detalles “al final da muchos problemas de cabeza”, y se pierde tiempo de clase en revisar el cumplimiento de estas normas. Pero, como también indica, hay más horas lectivas que en la escuela pública (de 9:00 a 17:00, con veinte minutos para la comida).
También en el aspecto docente, la autonomía del profesorado está más restringida: la programación se debe “cumplir al pie de la letra”. Las posibles innovaciones que se quieran introducir deben comentarse al Departamento. Se debe consultar cualquier actividad nueva con los alumnos. Además, debe haber un registro de todas las actividades en el cuaderno del alumno. Algunas de las razones que se adujeron para el despido de la profesora anterior fueron precisamente el saltarse el orden y actividades reglamentadas, el no hacer escribir a los alumnos en su cuaderno y dejar así registro de todo lo que se hace en clase para que lo vean los padres: “Esa profesora no hacía nada. Los padres esperan un montón de folios en el cuaderno de sus hijos”, comentaba un compañero. Por otro lado, los exámenes los fija la jefa de Departamento. Cada dos temas hay un examen, y luego un “examen de refuerzo” (nombre que se le da la examen de recuperación ante las quejas de un padre que recordó la normativa de la LOGSE al respecto). “Hacemos exámenes y exámenes hasta que aprueban”.

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