Algunos debates recientes, como el de la participación de los centros de enseñanza en las protestas populares contra la guerra en Irak, o los efectos del hundimiento del Prestige, volvieron a reavivar las críticas contra la “politización” de estas protestas, y los argumentos en defensa de la conveniente “neutralidad” de las instituciones educativas, sus trabajadores y estudiantes. Un debate confuso cuando por otro lado se insiste en transmitir desde la escuela valores dentro de la educación para la paz, el respeto ecológico y la convivencia democrática.
Parece necesario volver a defender cuestiones que nos parecen obvias, pero que parecen ignorarse. Para empezar, los trabajadores de la enseñanza tienen también reconocidos -habrá que recordarlo- derechos sindicales y de asociación. Transmitir al alumnado los argumentos de nuestras protestas – y escuchar y respetar sus opiniones- es un medio para informar y educar respecto a la manera de enfrentar los conflictos sociales y laborales en una sociedad democrática; no es una forma de manipulación: manipulan los que obligan a asistir a clase a los alumnos en huelga (legalmente “protesta con inasistencia a clase”) o les amenazan con represalias.
Los centros de enseñanza no son academias asépticas del saber, son lugares de trabajo donde se reflejan muchas de las tensiones sociales y laborales de nuestro entorno. Y podemos enseñar a nuestros alumnos a comprenderlas y enfrentarlas a través del debate político, el debate público argumentado y abierto. Pero quizás falta todavía mucho para que la actividad política o sindical (en su sentido noble de preocupación por “lo común”, de defensa de la participación abierta y de todos en el gobierno de lo público) deje de estar siempre, entre nosotros, bajo sospecha. Democráticamente, creo que no debemos descalificar una iniciativa de huelga o propuesta en la enseñanza con el argumento de que esté “politizada” (como si la participación política fuera algo negativo) o con el de que su convocatoria procede de determinado sector sindical o de partido (elementos, al menos por ahora, todavía necesarios –junto a nuevas vías alternativas de participación política que ya se van abriendo paso- para la organización de la acción colectiva). Si no, podemos acabar diciendo a nuestros compañeros y alumnos lo que comentan que Franco recomendaba a sus ministros: “Haced como yo, no os metáis en política”.
José B. Seoane
Francisco Vázquez publica en el último número de la revista
Contrahistorias, una reseña sobre el libro de Carlos Aguirre, "Pesquisa
sobre el che Guevara"
-
Se ha publicado en el último número de la revista mexicana *Contrahistorias.
Pensamiento Crítico y Contracultura*, 36 (2024), pp. 155-157, una reseña d...
Hace 1 día
No hay comentarios:
Publicar un comentario