lunes, 27 de septiembre de 2010

Derecho de huelga y ciudadanía.



Sobre el derecho de huelga, que periódicamente el gobierno amenaza con "regular" (con el apoyo de los medios de comunicación que airean y se indignan contra lo que denominan "huelgas salvajes"), podríamos recordar que es un derecho reconocido por la Constitución tras la fuerte presión social ejercida durante el final de la dictadura y la transición. Una conquista de los trabajadores que tuvo que enfrentarse a la represión policial y a cobardes asesinatos de obreros y estudiantes, y que últimamente vemos retroceder a través de la imposición por la Administración de servicios mínimos abusivos y mediante la presión mediática y política contra los sindicatos de clase o la denuncia alarmada de la actuación (supuestamente siempre violenta) de los piquetes informativos. Sería bueno el esfuerzo pedagógico de recordar a las nuevas generaciones la historia de las Huelgas generales en España. Así como reivindicar el libre ejercicio, sin coacciones, de este derecho fundamental consistente en "la interrupción colectiva de la actividad laboral por parte de los trabajadores con el fin de reivindicar mejoras en las condiciones de trabajo o manifestarse contra recortes en los derechos sociales". Añade también que "según la Organización Internacional del Trabajo, es uno de los medios legítimos fundamentales de que disponen los ciudadanos y específicamente los trabajadores (a través del movimiento sindical y las organizaciones sindicales) para la promoción y defensa de sus intereses económicos y sociales" (Fuente: wikipedia).
En los claustros de algunos centros de enseñanza y entre otros sectores de la función pública, muchos de los que rechazan participar en la huelga general, proponen acciones de protesta sectoriales (como negarse a realizar actividades extraescolares) que reflejan la fragmentación social y una escasa conciencia de trabajadores públicos. Desde posiciones corporativistas, lamentamos la astilla en el propio ojo y no vemos la viga en el ojo ajeno. Deberíamos tomar conciencia de que la situación actual es un grave problema colectivo de los trabajadores; así como un ataque directo a principios democráticos como el derecho de negociación colectiva.
En la página del profesor Vicenç Navarro podéis encontrar distintos artículos en apoyo a la huelga general del 29 de setiembre, que intentan demostrar las falacias de los que argumentan que no existen alternativas a las medidas tomadas por el Gobierno como respuesta a la presión de los mercados y la crisis económica. Para ver las opiniones contra la huelga es suficiente con seguir el debate en la mayoría de los medios de comunicación.
En la página de V. Navarro hemos encontrado una carta dirigida al diario El País (que éste no publicó) titulada "NO SOMOS UNA SOCIEDAD DE CASTAS" que reproducimos como ejemplo del estado de cosas actual:
Sería de desear que los medios no transmitieran una imagen de España que la convierta en un país de castas: la alta, la media y la baja. Esto es lo que ocurre en los medios cuando constantemente se refieren a la estructura social de España como si ésta se dividiera en clase alta, clase media y clase baja (véase la descripción de la encuesta sobre los hábitos de los españoles en El País. 11.09.10). Me parece bien que se utilicen los términos de clase de renta alta, de renta media y de renta baja, pero me parece un insulto a las personas que tienen una renta baja que se las defina como clase baja. Esta terminología nos convierte en una sociedad de castas, en la que las personas de renta baja se convierten en la casta baja. El término científico para definir clases es burguesía, pequeña burguesía, clase media y clase trabajadora (cualificada y no cualificada).

Intentaremos, en otras entradas, denunciar algunas falacias que se vienen difundiendo en torno a la huelga general convocada para el 29 de setiembre contra la reforma laboral y la agresión a los derechos de los trabajadores y trabajadoras. Participa. Únete a la huelga.

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